En el mercado existen básicamente dos tipos de proyectores que responden a dos tecnologías diferentes. Si bien cada modelo se caracteriza por diferentes funcionalidades como la potencia, el tiro, la durabilidad, la portabilidad, en principio todo el universo de proyectores se puede dividir entre los que utilizan la tecnología de cristal líquido o LCD, y los que utilizan el procesamiento digital de la luz, o DLP. Atrás quedaron los viejos proyectores de tubos de rayos catódicos, con tres haces de luz diferentes, que ocupaban un gran espacio, pesaban bastante y se descalibraban con alta frecuencia.
De las dos tecnologías existentes, la de cristal líquido es de las dos la más antigua, pero esto no significa que sea obsoleta o que entregue menor calidad de imagen. Para entender el funcionamiento pensemos en el viejo proyector de diapositivas. ¿Lo tienes en mente? Una lámpara fuerte, una diapositiva que marca la imagen estática, y una lente para que converjan los haces en una pantalla exterior. Eso es todo.
Pues bien, con los proyectores LCD la única diferencia es que en lugar de tener una diapositiva estática, lo que tenemos es una pequeña pantalla LCD que reproduce la imagen en movimiento. Lo demás es básicamente lo mismo, aunque claro, estamos simplificando bastante el proceso.
Distinto es el caso del procesamiento digital de la luz. En este caso se trata de una luz que brilla a través de una rueda de color giratoria en un chip que está montado con cientos de miles de pequeños espejos, uno por cada píxel de la imagen. Los espejos están apagados o encendidos mediante impulsos electrónicos de acuerdo con la necesidad de color en ese momento. La luz que llega a cada microespejo ha atravesado previamente una rueda de color, que tiene que estar sincronizada electromecánicamente con el color que cada píxel ha de representar. Como ventajas, el DLP genera un gran nivel de contraste, poco peso y muy buena vida útil de la lámpara. Mejor ahora que sus precios han comenzado a ser más competitivos.
¿Qué tipo de proyector elegir?
Los entendedores señalarán que la tecnología DLP ha superado a la LCD, sobre todo por sus colores más vívidos y por su excelente contraste. Dirán que estos proyectores son mejores para las imágenes en movimiento (para proyecciones comerciales o para home-cinema) dejándoles a los LCD el terreno de los usos más corporativos, como es el caso de presentaciones y diapositivas estáticas.
¿Qué les contestarán los defensores del clásico LCD? Que se trata de una tecnología probada y muy difundida, que la calidad es excelente para la totalidad de las prestaciones, que los colores son satisfactorios y que el precio suele ser menor. Pero también sacarán en el acto la “carta” del llamado “arco iris”, un efecto que se suele percibir con los proyector DLP, cuando los objetos blancos se mueven sobre fondos oscuros y generan pequeñas sombras rojas, azules o verdes perceptibles por el ojo humano. Aunque los proyectores DLP más modernos han logrado superarlo con la incorporación del triple chip, sin duda se trataba de una observación a tener en cuenta, sobre todo para los usuarios más exigentes.
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